La luna llena

Ohhh la luna llena! llega cual mariposa en un campo de amapolas, llega y no avisa, de repente te sientes un poco más cabreado, un poco más triste. Ummmm no me gusta la luna llena, me pone de mal humor. Es bella, es hormosa, liviana y luminiscente, es una mierda pinchada en un palo.
Hace tiempo que descubrí que los días de luna llena me sentía así, más cabreado y más triste, me acuesto por la noche y doy vueltas y vueltas, pero no consigo pegar ojo, miro por la ventana de mi habitación y veo que es luna llena. Vivo en un pueblo y allí la luna se hace con todo el control. El campo luce como cristalino, sobre todo en invierno. Te mira como estupendamente amenazante, controla tus pulsos sanguíneos, tu postura en la cama, te encojes, te estiras, pero da igual que postura cojas, la luna controla tu cuerpo. No hay manera de librarte de ella, la luna se ríe de ti, te mea por toda la cara, da igual que tengas la persiana bajada, eso no importa, para la luna sólo eres un perro callejero, un asqueroso perro callejero de quien reirse.
Hoy es luna llena, ¿estás cabreado? yo sí, odio la luna llena, la odio con toda mi alma.
Es lógico pensar que el que escribió sobre el hombre lobo sentía lo mismo que yo, yo tambíen gruño por los rincones, doy patadas al aire, maldigo como un mal cristiano y aprieto los dientes en la cama. Ya os digo que si un día tengo el poder de destruir la luna, le lanzaré un terrible misil y la haré pedazos, pedazos muy pequeños, los cuales meteré en el váter para poder mearlos y escupirlos.
Ummmmm que poco elegante eres, luna llena, ya nos veremos.

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