En un alto de la Alcarria entre Pezuela y El Pozo,
Loranca y Santorcaz, sus vecinos del lugar,
se divisa un Castillo único por su forma de mirar,
con semblante elegante y tranquilo.
Cual viejo fuerte que mira la vida pasar,
sentado en una silla en la puerta de su hogar,
pensando que la vida es dura pero pasa sin dañar,
el corazón del buen hombre.
Y allí se ven sus grandes torres, tres redondas,
la cuadrada el palomar, que antes fue el lugar,
donde los señores dormían y hacían gachas de harina,
migas y cerdo a las brasas, y bebían vino de mesa,
en jarras de barro y brindaban por Castilla.
Aquella Castilla grande que en el recuerdo está,
que aún se conserva en los muros del castillo,
delicados recuerdos que el agua lame al pasar,
los días grises cuando el ganadero está,
limpiando las hierbas altas, dejando bonito el lugar,
mirando de reojo las piedras, los ojales del mural,
por donde disparaban saetas al atacante alocado,
pues loco hay que estar para enfrentarse al hidalgo,
de la Castilla Alcarreña.
Son muchos los castillos de la Alcarria,
pero como el de Pioz hay pocos,
no sólo lo hace grande el pasar,
y su estructura imponente,
también sus gentes alegres,
y los campos de labrar.
Viva Pioz y viva España!
Loranca y Santorcaz, sus vecinos del lugar,
se divisa un Castillo único por su forma de mirar,
con semblante elegante y tranquilo.
Cual viejo fuerte que mira la vida pasar,
sentado en una silla en la puerta de su hogar,
pensando que la vida es dura pero pasa sin dañar,
el corazón del buen hombre.
Y allí se ven sus grandes torres, tres redondas,
la cuadrada el palomar, que antes fue el lugar,
donde los señores dormían y hacían gachas de harina,
migas y cerdo a las brasas, y bebían vino de mesa,
en jarras de barro y brindaban por Castilla.
Aquella Castilla grande que en el recuerdo está,
que aún se conserva en los muros del castillo,
delicados recuerdos que el agua lame al pasar,
los días grises cuando el ganadero está,
limpiando las hierbas altas, dejando bonito el lugar,
mirando de reojo las piedras, los ojales del mural,
por donde disparaban saetas al atacante alocado,
pues loco hay que estar para enfrentarse al hidalgo,
de la Castilla Alcarreña.
Son muchos los castillos de la Alcarria,
pero como el de Pioz hay pocos,
no sólo lo hace grande el pasar,
y su estructura imponente,
también sus gentes alegres,
y los campos de labrar.
Viva Pioz y viva España!
Ese poeta bueno.....
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