Llegado el invierno, cuando las primeras nieves hacen su aparición y caen las primeras heladas, pareciese que la temporada setera se está acabando, pero ese es el momento de ver aparecer, siempre que el otoño haya sido lluvioso, una serie de especies que están perfectamente adaptadas a esta climatología.
Entre ellas y poco conocida, está la Capuchina, seta con sombrero de color gris con tintes amarillos y forma picuda en su nacimiento, semejante a la capucha de un monje, de ahí su nombre. Luego se extiende hasta acabar siendo plana, suele alcanzar tamaños de hasta 10cm. A destacar las finas hebras que recorren el sombrero de color gris oscuro casi negro, muy llamativas. Pie grueso y corto en su nacimiento, que luego crece en longitud, de color blanco crema con tintes amarillos, robusto y firme. Las láminas, al igual que el tronco, también son blanco crema, separadas y sinuosas.
Al Tricholoma Portentosum le gustan los bosques de coníferas de alta montaña, sobre todo las laderas empinadas, en donde florece en gran número, y puede hacer corros muy generosos, al igual que su prima la Negrilla. Es una alegría verla, pues puedes escojer los ejemplares más sanos y apetecibles, dada su cantidad. He de decir que no nace todos los años, es muy exquisita a la hora de florecer y son extraños los años que la vemos.
De carne blanquecina y de olor casi imperceptible, en la sartén es un manjar, pues se conoce como la cococha del bosque, perfecta en solitario o para acompañar un buen filete o pescado. Muy quebradiza, cuidado al transportarla o se romperá. De los tricholomas es mejor no abusar, ya que producen el síndrome de Rabdomiolisis, pero su consumo de vez en cuando en pequeñas cantidades es más que aconsejable, pues son deliciosas y no vas a tener ningún problema.
En definitiva, un excelente comestible cuando casi todas las demás especies han desaparecido.
Al Tricholoma Portentosum le gustan los bosques de coníferas de alta montaña, sobre todo las laderas empinadas, en donde florece en gran número, y puede hacer corros muy generosos, al igual que su prima la Negrilla. Es una alegría verla, pues puedes escojer los ejemplares más sanos y apetecibles, dada su cantidad. He de decir que no nace todos los años, es muy exquisita a la hora de florecer y son extraños los años que la vemos.
De carne blanquecina y de olor casi imperceptible, en la sartén es un manjar, pues se conoce como la cococha del bosque, perfecta en solitario o para acompañar un buen filete o pescado. Muy quebradiza, cuidado al transportarla o se romperá. De los tricholomas es mejor no abusar, ya que producen el síndrome de Rabdomiolisis, pero su consumo de vez en cuando en pequeñas cantidades es más que aconsejable, pues son deliciosas y no vas a tener ningún problema.
En definitiva, un excelente comestible cuando casi todas las demás especies han desaparecido.
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