La cumbre de la vida

En la cumbre de la vida nace el alimento primario,
cual manantial de alta montaña,
con finas y limpias aguas,
que con dulzura brotan y ofrecen amor eterno,
que sólo una madre tiene el poder de dar.
La obsesión del adolescente,
que intenta escalar la cumbre,
con pericia y nerviosismo.
La perla del marinero,
el regalo del varón,
la razón de la locura,
el sentido de la vista.
No sólo son amables sus formas,
redondas, finas o generosas,
también desprenden el fuego,
que sólo el amor puede dar.
Benditas sean todas por siempre jamás,
que Dios me conserve la vista,
y las ganas de escalar.
Doy gracias a Dios por dos cosas,
por gustarme las mujeres,
y por vivir en España,
donde la belleza sobra,
y las cumbres son gloriosas.


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