Benditas sean las aves
del cielo,
que con sus vuelos y
quebrantos acarician el aire,
y alegran la vista con
sus bellos colores,
y cantos de celo que
timbran sin miedo.
Descarado petirrojo y
simpático herrerillo,
cigüeña de la torre
que adorna la iglesia,
y toca las castañuelas
cuando nace el sol.
Benditas sean las aves
del cielo,
que visten los árboles
de vida sonora,
de cánticos que
espantan el miedo,
y llenan de alegre
comparsa el corazón del buen hombre.
Sean libres y fértiles,
que nunca falten las
aves en nuestros cielos,
que nunca falte su
alegre volar,
que el aire nunca os
eche de menos.
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