Netflix ha decidido no hace mucho añadir a su contenido muchas de las películas realizadas por el Studio Ghibli, una compañía Japonesa, y eso es una decisión muy acertada, pues estamos frente a la mejor productora de películas de animación de todos los tiempos.
Me imagino que a estas alturas todos conocéis los títulos más famosos como La princesa Mononoke, El castillo ambulante, El viaje de Chihiro o Porco Rosso, películas que se han llevado multitud de premios en todos festivales de todo el mundo, y no es para menos, la increíble escenografía de estas películas son míticas.
Cuentos japoneses extraños en muchos casos, muy lejanos del pensamiento occidental, algunos de ellos cogidos con pinzas como en el caso de Mi vecino Totoro. Las historias en sí mismas no son el punto fuerte de la productora según mi punto de vista. Extremadamente asiáticas. Lo que las hace únicas en su estilo es la poesía animada que está impresa en todos los fotogramas, cuidando al máximo cada uno de ellos, y hacen algo que a nadie se le había ocurrido: plasmar sentimientos en pequeños detalles. Cuadros invisibles que se transforman en magia, esas gotas que caen sobre las hojas, ese charco el día de lluvia, panorámicas de ciudades europeas llenas de color, expresiones faciales realmente complicadas, la sensación de volar en muchas de las escenas, la vieja sabia, la bruja buena, el viento que sopla, un sapo saltando. Son todos estos pequeños detalles los que producen la sensación de nostalgia permanente cuando ves las películas, traen a tu memoria recuerdos olvidados de la niñez, vuelves a fijarte en cosas en las que ya no te fijabas.
Seguro estoy de que para crear todas estas escenas se sirven como referencia de cuadros y fotos, de esos cuadros que trasmiten, el milagro es que lo pongan en animación y funcione, y que no sólo funcione, si no que consigan generar en el espectador esa sensación tan embriagadora.
A destacar también las escenas de acción, cuando ves Porco Rosso, por poner un ejemplo, la sensación de velocidad está muy conseguida, el rugido de los motores, y la vibración, puedes notarla en el sofá.
Recomiendo verlas todas, por lo general todas ellas tienen un toque cómico muy agradable, una mezcla entre magia y realidad muy conseguido, y eso que hay algunas que son un drama total, como La tumba de las luciérnagas, un auténtico dramón sin desperdicio.
Si no has visto ninguna todavía, ahora que hay tiempo y estás en casa, te recomiendo encarecidamente que le dediques unos días a estas películas, no te van a dejar indiferente. Son auténticas joyas del cine actual, poesía animada.
Me imagino que a estas alturas todos conocéis los títulos más famosos como La princesa Mononoke, El castillo ambulante, El viaje de Chihiro o Porco Rosso, películas que se han llevado multitud de premios en todos festivales de todo el mundo, y no es para menos, la increíble escenografía de estas películas son míticas.
Cuentos japoneses extraños en muchos casos, muy lejanos del pensamiento occidental, algunos de ellos cogidos con pinzas como en el caso de Mi vecino Totoro. Las historias en sí mismas no son el punto fuerte de la productora según mi punto de vista. Extremadamente asiáticas. Lo que las hace únicas en su estilo es la poesía animada que está impresa en todos los fotogramas, cuidando al máximo cada uno de ellos, y hacen algo que a nadie se le había ocurrido: plasmar sentimientos en pequeños detalles. Cuadros invisibles que se transforman en magia, esas gotas que caen sobre las hojas, ese charco el día de lluvia, panorámicas de ciudades europeas llenas de color, expresiones faciales realmente complicadas, la sensación de volar en muchas de las escenas, la vieja sabia, la bruja buena, el viento que sopla, un sapo saltando. Son todos estos pequeños detalles los que producen la sensación de nostalgia permanente cuando ves las películas, traen a tu memoria recuerdos olvidados de la niñez, vuelves a fijarte en cosas en las que ya no te fijabas.
Seguro estoy de que para crear todas estas escenas se sirven como referencia de cuadros y fotos, de esos cuadros que trasmiten, el milagro es que lo pongan en animación y funcione, y que no sólo funcione, si no que consigan generar en el espectador esa sensación tan embriagadora.
A destacar también las escenas de acción, cuando ves Porco Rosso, por poner un ejemplo, la sensación de velocidad está muy conseguida, el rugido de los motores, y la vibración, puedes notarla en el sofá.
Recomiendo verlas todas, por lo general todas ellas tienen un toque cómico muy agradable, una mezcla entre magia y realidad muy conseguido, y eso que hay algunas que son un drama total, como La tumba de las luciérnagas, un auténtico dramón sin desperdicio.
Si no has visto ninguna todavía, ahora que hay tiempo y estás en casa, te recomiendo encarecidamente que le dediques unos días a estas películas, no te van a dejar indiferente. Son auténticas joyas del cine actual, poesía animada.
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